Hemos desarrollado en entradas anteriores, cómo la mayoría de la
población, sea activa o no, despliega una tendencia común hacia determinadas
disfunciones músculo-esqueléticas.
Estadísticamente entre un 70 a 85% de la población que realiza
actividad física sistemática sufrirá en
algún momento de su vida de, lo que algunos autores dan por llamar, low-back pain (dolor de espalda baja o
lumbalgia); y casi el 5% de esta población desarrollará un síndrome crónico de
dolor lumbar.
Muchas veces se cree que el low-back
pain (LBP) aparece por daños en el disco intervertebral o las
articulaciones cigoapofisiarias, ya sea directamente a través de lesiones
traumáticas o prolapso de disco, o indirectamente a través de proceso
degenerativos que trasmiten patrones de carga desfavorables para otras
estructuras de la columna, así como a la articulación sacroilíaca.
Pero… ¿Qué lleva a las personas a esta disfunción? A este cuadro
doloroso… a este proceso de inestabilidad lumbopélvica…
Desde un punto de vista clínico, la estabilidad ha sido
definida como la habilidad del raquis, sometido a cargas fisiológicas, de
limitar su desplazamiento para no producir lesiones o dañar la médula espinal o
las raíces nerviosas, así como para prevenir alteraciones morfológicas que
produzcan incapacidad o dolor (WHITE
& PANJABI, 1990).
Modelo de Control Motor propuesto PANJABI (1992) |
En la actualidad el concepto de Estabilidad Espinal (dentro de su significación
funcional y no mecánica) es un proceso dinámico que incluye el control postural
y el movimiento controlado. Este proceso dinámico, es producto de la
interacción de sub sistemas neurales, musculares activos, pasivos (PANJABI,
1992). Por lo que la integración conjunta de estos subsistemas, en la acción,
brindará un eficiente control de la
estabilidad corporal (y sobre todo raquídea) y su transferencia a tareas del orden de la vida diaria como así
también de la actividad físico
deportiva.
CONTROL MOTOR
Tenemos en claro que toda tarea motriz implica la necesidad de
controlar y regular el movimiento con el fin de realizarlo en forma eficaz y
con bajo costo de energía. Es aquí donde toma importancia el concepto de
ESTABILIDAD, definida como la habilidad
del raquis para mantener su estado de equilibrio cuando es sometido a fuerzas
perturbadoras o desequilibrantes (BERGMARK, 1989).
Concepto mecánico de estabilidad propuesto por BERGMARK (1989). Diferencia entre el concepto mecánico de Equilibrio. |
Por supuesto que dependiendo de la complejidad del gesto, el
control del movimiento será gobernado por el SNC quien deberá determinar estrategias adecuadas
para lograr eficiencia en el patrón
motor en cada momento de perturbación o
desequilibrio. Esta habilidad puede
entonces ser entendida como una cualidad física, y por consecuencia,
modificable con el entrenamiento y/o la reeducación de los subsistemas que la
conforman.
Cholewicki y McGill desarrollan, en relación a esta posibilidad de intervenir sobre esta
habilidad de estabilidad espinal, el concepto de estabilidad raquídea a partir
de energía potencial y el grado de deformabilidad al que es capaz de ser
sometido un sistema articular a partir de sus estructuras osteoligamentosas. El
Dr Mc Gill es el que propone el concepto de “Momentos” de fuerza, en lugar de
movimiento.
¿Y porque hablamos de momento? (Modelo de McGill)
McGill hace mención al momento
donde, si un solo musculo de los pertenecientes al core y su función
(subsistema activo), realiza una acción inapropiada o a destiempo (dependiente
del subsistema de control), o existe un daño sobre alguna de las estructuras
del subsistema pasivo (ligamentarias, etc.), se pierde stiffness (o rígidez articular) en dicha núcleo articular, pudiendo
esto causar inestabilidad funcional en una o más de las dimensiones planteadas.
Entonces ahí está nuestra
práctica, ahí debemos dirigir nuestras
actividades y consignas, reeducando el
proceso de estabilización intrínseco del eje lumbopélvico. Re-entrenando el
momento en que los subsistemas coordinen
y sean eficientes a la hora de pre
activar para estabilizar y garantizar la transferencia de energía eficaz entre
trenes. Por eso es aquí donde toma relevancia el entrenamiento o reeducación de core y su
implicancia en la estabilidad espinal. No solo porque nos va a permitir ser eficientes
en el movimiento sino que además nos va a alejar de alteraciones miotensivas
que pueden generar dolor lumbar y todo
lo que se asocia al mismo.
Entonces… ¿Por qué esperar a que ocurran signos o síntomas de dolor
lumbar para ocuparnos de esta estructura
y la habilidad del sujeto para
utilizar esta condición?
Extendiéndonos más allá de la
tradicional concepción de “la zona media”, abarcando el esqueleto axial y sus
uniones con las extremidades, provocando estímulos que acoplen esos
momentos sabiendo que estas estructuras
están preparadas para frenar movimientos y no para generarlos; para el Dr.
McGill, es aquí donde el concepto de Núcleo (core) y su entrenamiento resultan en un cambio de paradigma.
Presentado algunos conceptos y modelos que proponen estos autores, podemos interpretar que la consecuencia de la estabilidad espinal
conlleva a una eficiencia del movimiento, como así también cualquier alteración de los subsistemas que
la conforman, pueden generar daño
articular y disfunción en los tejidos blandos. Es una de nuestras tareas detectar alteraciones en los movimientos y
ver si se asocian los problemas de estabilidad, o pérdida del momento de
integración, para que luego nuestra intervención pueda ser dirigida
correctamente.
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