Nuestra intervención cotidiana
requiere inevitablemente hacer una valoración postural de la persona que acaba
de entrar para trabajar con nosotros, por este motivo, es fundamental realizar
una evaluación estática postural de cada individuo. Ésta nos aportará datos
para conocer alteraciones posturales y restricciones de la musculatura que
generen compensaciones, en la postura de nuestros evaluados para poder diseñar
un plan de trabajo eficaz.
Varios
autores han abordado la interpretación de la valoración postural estática
(Kendall, Busquet, entre otros). Pero una interpretación que es fundamental, y
muchas veces desconocemos de sus principios, es la propuesta en 1979 por el Dr.
Vladimir Janda; una teoría fundamental en lo que refiere a la alteración postural
y el desequilibrio muscular.
La
aproximación de Janda al dolor musculo-esquelético crónico consistió en la
división de los grupos musculares en tónicos y fásicos. Los primeros, tendientes siempre a la
sobreactividad y acortamientos y los segundos, proclives a la debilidad y
alargamiento. Por otro lado estos grupos
musculares suelen estar agrupados como antagonistas emparejados y afectados por
la Ley de Sherrington donde el sobreuso de un grupo muscular suele no solo
limitar mecánicamente el alcance de movimiento de su antagonista, sino también
inhibir neurológicamente su acción.
SINDROMES CRUZADOS
Janda
reconoció que algunos músculos eran propensos a la debilidad y define
posteriormente los patrones de movimiento para estimar la calidad del
movimiento. Él descubrió que el desequilibrio muscular era sistemático y
predecible, e involucraba a todo el cuerpo, definiendo de esta manera lo que
dio a conocer como “síndromes cruzados”,
descriptos como alteraciones en el equilibrio del tono muscular entre músculos
antagonistas.
Estos
desequilibrios o síndromes cruzados presentan patrones típicos que sin embargo
requieren ser evaluados en forma cuidadosa.
Los músculos postulares se presentan facilitados, acortados y tensos, en cambio sus antagonistas dinámicos se encuentran habitualmente inhibidos y débiles.
Los patrones de disfunción no
se presentan en forma aislada en una región específica, sino que tienden a
afectar a la mayor parte de la musculatura estriada, sin embargo existen dos
zonas donde es más fácil localizar dichos desequilibrios; la región de la
cintura pélvica (síndrome cruzado inferior) y la región de la cintura escapular
(síndrome cruzado superior).
Aunque el desequilibrio muscular afecta a todo
el cuerpo es más evidente o comienza a desarrollarse gradualmente y de forma
predecible en la región pélvica y en la región superior a nivel del hombro,
dorso y cuello. Es lo que JANDA denomina
“SINDROME CRUZADO PROXIMAL Y DISTAL (pelvis posterior y anterior)”.
LA PELVIS EJE CENTRAL DE LA POSTURA Y EL MOVIMIENTO
Una
de las disfunciones más comunes generadas por la inactividad, por mal uso o por
sobreuso es el síndrome cruzado distal
(SCD). El SCD (pelvis posterior) se caracteriza principalmente por una
rotación sagital de la pelvis (anteversión), una hiperlordosis lumbar, abdomen
pronunciado, hipoactividad muscular (pared del abdomen, piso pélvico,
multífidos, glúteo medio, diafragma) e hiperactividad muscular (erectores
toraco-lumbares, flexores de cadera, rotadores internos de cadera).
En
cambio la pelvis anterior se caracteriza por retroversión, acortamiento y
sobreactividad de abdominales superiores y flexión de la columna lumbar Glúteos planos, cabeza antepulsa, cifosis
toráxica y pobre desarrollo de miembros inferiores. Hipoactividad y alargamiento
de abdominales inferiores y piso
pélvico, multífidos, diafragma, psoasiliaco y glúteos. Hiperactividad y
acortamiento de isquiotibiales, piriforme, abdominales Superiores y oblicuos
internos y rotadores externos de cadera.
EN BÚSQUEDA DE SOLUCIONES
Quedarnos
solamente con una valoración de la estática de cada individuo, sería una mirada
reduccionista a nuestro entender. El
cuerpo es movimiento y es a través de este que detectamos por medio de
diferentes métodos de evaluación (ya descritos en entradas anteriores),
desequilibrios musculares y patrones de movimiento alterados que en este nivel
conducen a la anormalidad del movimiento, pérdida de la alineación postural y
finalmente cambio de la programación motora del SNC.
Innumerables revisiones de artículos científicos, acerca de lo que se conoce comúnmente como “Low-back pain” o dolor de espalda baja, catalogan este déficit en el control neuromuscular de la estabilidad espinal como un factor de riesgo de lesión del raquis.
De esta manera podemos verificar la
integración del sistema sensoriomotor en el control y adaptación de las funciones osteoartromusculares, en
función de patrones de movimiento fundamentales y que se relacionen
directamente con los limitaciones del movimiento de cada individuo (trabajo,
deporte, actividades cotidianas, etc).
Como
hemos desarrollado en entradas anteriores, nuestra propuesta de acción va en
búsqueda de propiciar el aprendizaje y la programación de nuevos engramas
motores, que permitan generar ajustes anticipatorios que predispongan a las
acciones de propulsión del movimiento. Por eso
la importancia del correcto entrenamiento del sistema estabilizador
intrínseco o profundo, ya que “cuando la
activación intrínseca es adecuada la calidad de la activación extrínseca es
mayor” (Di Santo)
FUNCIONALIDAD
Pero
no debemos sesgarnos en el “core-training”,
esta metodología por sí sola, no nos garantiza la movilidad y la estabilidad
del complejo lumbo-pélvico. No solo el entrenamiento de la fuerza cumple un
papel importante, sino la FLEXIBILIDAD
es crucial como condición habilitante para el desarrollo funcional
estabilizador y sinérgico del eje lumbo-pélvico, obviamente no nos referimos
como estiramientos maximales sino como rangos de movilidad funcional.
Un
óptimo programa de entrenamiento debe tener el potencial para recuperar la
función muscular alterada y así mejorar la capacidad de controlar el complejo
lumbo-pélvico.
Es
virtud nuestra valernos de las diferentes metodologías y herramientas con las
que contamos para trabajar las diferentes capacidades que se han visto
afectadas: flexibilidad (streching, PNF, excéntricos, GPG), CORE-TRAINING (TRX,
perturbación,etc) y educación propioceptiva de las diferentes posibilidades de
acción de la pelvis.
En
conclusión no todas las programaciones de actividad física, podrán tener la
misma orientación o serán válidos para el mismo objetivo, será
nuestra capacidad de interpretación y observación individual la que nos ayudará
a adaptarnos a situaciones espontáneas y específicas de cada individuo.
*Colaboración del Prof. Fabricio Darino y Alexis Goytiño. Forman parte del equipo RREM.